miércoles, 14 de agosto de 2013



El hombre se descubre a sí mismo cuando se enfrenta a los obstáculos
Hace mucho tiempo, alguien me dijo: “la única forma de crecer es ponerte incómodo, salir de la zona de confort”. Me impactó porque comprendí que mi frustración y mi vacío se debían a que estaba estancada en una zona de comodidad.

A todos nos pasa eso en determinados momentos porque, luego de superar situaciones difíciles y encontrar períodos de confort, pretendemos instalarnos en ellos… para siempre. En algún momento, comenzamos a percibir los mensajes del alma para iniciar una nueva transformación, pero nos ingeniamos para eludirlos y seguir en lo establecido. Poco a poco, la comodidad se vuelve incómoda: las sutiles advertencias se convierten en golpes y estos en caídas estrepitosas, y aun así nos resistimos a cambiar.

Es imposible ignorar las espirales evolutivas. Sucederán sin importar si queremos o no; entonces, ¿por qué no colaborar a nuestro ritmo en lugar de esperar el inevitable empujón, que vendrá exigido y lleno de los problemas que fuimos acumulando inútilmente? Tenemos miedo de saltar y afrontar lo que consideramos un abismo insuperable.

El abismo está atestado de temor a lo desconocido, a tomar decisiones, a inaugurar actitudes inéditas, a explorar territorios extraños, a enfrentar a personas y situaciones, a salir de la monotonía asfixiante, a movilizar recursos potenciales, a soltar toda clase de apegos, creencias y estructuras pero sobre todo, a sacar a respirar los sueños y hacerlos realidad.

No le tememos tanto a la oscuridad como a la luz. Aprendí esto luego de mis primeros tiempos de terapia. Estaba aterrorizada y avergonzada de los monstruos que encontraría en mi interior. Obviamente, los hallé, pero no eran tan terribles ni tan enormes. Más bien,encontré una Niñita prisionera de limitaciones y temores impuestos, deseosa de salir a jugar al mundo entusiasta y alegremente.

Comprendí que su liberación era mi liberación. Que ella traía los designios de mi alma para esta encarnación. Que esos abismos eran imaginarios, productos reaccionarios del pasado, sin conexión con las posibilidades reales a mi disposición. Que yo ya traía todo lo que necesitaba para saltarlos y que lo único que precisaba era confianza. Una confianza que no saldría del Ego (que siempre me bombardearía con sus dudas, miedos y convenciones) sino del Alma. 

Poco a poco, estoy aprendiendo a descubrir el potencial que traigo. Soy tan increíblemente iluminante (no solamente iluminada), que me asusta y me retraigo y me oculto hasta que vuelvo a confiar. ¿Te parece arrogante? Eres igual. Por eso te excusas con tu oscuridad y te escondes de tu propia luz.

Ese es el abismo más enorme que puedes saltar: saberte y creerte un Ser de Luz, jugando a ser humano, en un pequeño y hermoso planeta en el confín del universo. Todo está en ti: lo que deseas ser, hacer y tener y que tanto temes. TODO. No se trata de lograrlo sino de revelarlo y manifestarlo. 

En estos tiempos, el mundo y su vieja energía también contribuyen a que tengas miedo, exaltando los mecanismos de control y manipulación, a través de las noticias y la publicidad. Respira y entra en ti. Despeja la oscuridad y busca tu luz. Escucha los mensajes de tu alma, salta y confía. 
Eres divinamente guiado y protegido.

Autora: Laura Foletto

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