domingo, 14 de septiembre de 2014

¿Estás viviendo desde la responsabilidad o desde el victimismo?

Todas las personas podemos elegir vivir desde la responsabilidad o desde el victimismo, y esa elección determinará nuestras vidas. En una sociedad cada vez más infantilizada, dónde la culpa de lo que ocurra siempre es de los demás, elegir vivir desde la responsabilidad es afrontar nuevos retos, día a día.
Preguntadle a una persona que ha llegado tarde por qué ha llegado tarde. Seguro que la culpa será de cualquiera menos de quien ha llegado tarde: de la lluvia, del tráfico, del despertador, de los niños… El victimista que se queda sin culpables apela a conceptos abstractos: “tengo mala suerte”, “Dios lo quiso así”, “el universo me lo ha mandado”… La cuestión en no responsabilizarse de su vida y de sus acciones.
Todo esto nos viene de la educación que se nos da de pequeños. El victimismo pasa de generación en generación, y los niños aprenden muy rápido a decir “yo no he sido” o a quejarse de esto o aquello. El ser humano aprende la desesperanza, el “no puedo”, y esto nos limita en todo aquello que hacemos y en cómo pensamos. Mira a tu alrededor, ¿qué mensajes te dan las personas de tu entorno? ¿Qué les dices tú a ellas?
Ser victimista también nos limita mucho a la hora de alcanzar objetivos en la vida. Una persona responsable que tiene problemas buscará la verdadera raíz del problema, hasta llegar a la solución. Ante un problema, una persona responsable se pregunta: ¿De cuántas maneras posibles puedo resolver este problema? Una persona victimista se quedará en la queja, la lamentación y en la excusa.
El victimismo tiene unos beneficios ocultos:
  • Recibir atención
  • Que se apiaden de ti
  • Seguridad: permanecer en tu zona de confort
  • Evitar la responsabilidad
  • Manipular a los demás
  • Sentirte superior
  • Proteger tu imagen…
En España, mi país, hay un gran culto a la queja. Si dos amigos se encuentran, lucharán en sus conversaciones para ver a quién le va peor. La persona victimista puede llegar a ser una persona pesimista crónica, dónde esa forma de pensar negativa y conformista se ha convertido en un hábito. Son estas personas que empiezan muchas de sus frases por “es que…” Lo reconozco: yo fui una de estas victimistas de libro. Pero me di cuenta a tiempo, y también me di cuenta que el optimismo se puede entrenar. Y al final conseguí salir de esa cinta de Moebius de queja y excusas.

Receta para combatir el victimismo

Si la sigues al pie de la letra, en poco tiempo verás resultados.
  1. Deja de quejarte. Empieza este ejercicio ahora. Yo empecé con un movimiento que circulaba por Internet. Se trata de que te pones una pulsera morada en una muñeca, y en el momento que te das cuenta de que te estás quejando, de forma oral o de pensamiento, debes cambiarte la pulsera de muñeca. Así te haces más consciente de las veces que te quejas. El ejercicio termina cuando consigues mantener 21 días la pulsera morada fija en una muñeca, es decir, 21 días sin quejarte. Haz la prueba. Al principio puede ser un poco duro, pero cogerás es hábito.
  2. Sé optimista. Intenta ser optimista todo lo que puedas. Y no olvides también tu diálogo interno: conviértelo a positivo. Un buen ejercicio es el de, todos los días, durante 30 días, al finalizar el día o al iniciarlo, piensa o mejor, escribe durante media hora todo lo bueno que te da la vida. Cuando hayan pasado esos 30 días, seguro que ves el mundo de otra manera.
  3. Sé responsable. “Si va a ocurrir, es por mi”, es una frase que te puede ayudar para serlo. No todo depende de ti (¿o sí?), pero hay una gran infinidad de situaciones en nuestra vida que podemos cambiar si nos movemos, si hacemos algo. Antes de lamentarte, piensa: ¿qué puedo hacer yo para solucionar esto? Y después, actúa. Empieza a moverte, AHORA. Que no se diga que no has luchado.
  4. Aléjate de otros victimistas. Cuando poco a poco dejes de ser una víctima y empieces a ser responsable, te darás cuenta que estás rodeado de otro víctimas como lo eras tú. A mí me pasó. Esto pasa porque uno atrae lo que proyecta. Intenta alejarte de ellos todo lo que puedas, porque el victimismo se contagia.
  5. Que te den mucho amor. Y da también tú amor, sobretodo a ti. Bajo un victimista siempre suele encontrarse una persona falta de amor y con frágil autoestima.
Espero que todo esto te ayude, como a mí, a ser responsable.
“La única libertad que no pueden quitarle al ser humano es la libertad de elegir cómo sentirse” Víctor Frank
Foto: Alan Turkus/Flickr

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