jueves, 20 de febrero de 2014

La técnica del vivir mejor”

El esfuerzo de conocerse es un ejercicio necesario porque forma parte de la vida. Hacerse consciente es un verdadero desafío que exige constancia y valor; constituye la posibilidad real de envejecer ganando en plenitud. La vida hay que vivirla y no dejar que sea ella la que nos devore.

La vida no es técnica pero sí hay técnicas para conseguir vivir mejor. La existencia no se equipara a un frontón con el que es inevitable bregar, aunque a veces sea necesario: saber fluir supone un gesto de sabiduría. Existen normas que pueden ser una guía orientativa. Lo ideal es que cada persona tome de ellas las que mejor se ajusten a su mentalidad.

En cualquier caso siempre es provechoso:

? meditar

? pensar positivamente

? cultivar emociones bellas

?    estar atentos

?  no caer en los viejos hábitos y patrones negativos de pensamiento

? evitar las reacciones anómalas y neuróticas que alimentan tensiones y conflictos internos

? expresarse sin herir a los demás, sin mentir o criticar injustificadamente

? actuar con lucidez y responsabilidad

? desdramatizar como distintivo de salud mental; la vida también tiene mucho de juego

? apreciar cada momento y cada acto, cada situación y cada circunstancia

? hacer las cosas, incluso las más pequeñas y rutinarias, con atención y precisión, con cariño. Prestar toda nuestra atención e   
      incondicionalidad a una caricia, al aroma de una flor, a la persona que está a nuestro lado, a un paseo por el parque, al simple
      hecho de colgar la ropa en una percha, a contemplar un árbol o a disfrutar de un amanecer.

? no agregar sufrimiento al sufrimiento. Sufrir en la justa medida, pero sin añadir dolor con reacciones anómalas, inútiles
     desgarramientos, falta de aceptación de lo inevitable, complejos de culpa, autocompasión o conflictos

? instrumentalizar la vida para crecer aceptando lo agradable y lo desagradable, las circunstancias buenas y malas. De todo se
      puede  extraer una enseñanza para desarrollar la paciencia, la ecuanimidad, la visión clara, la madurez, el autocontrol y la compasión

? observarse para conocerse. Sin aprobar ni desaprobar, sin juzgar ni valorar; observarse asépticamente en cualquier momento y  
      situación para llegar a conocerse plenamente

? comprender que una disciplina para la educación mental e interior es aconsejable e inevitable. Así se aprenderá a evitar tanto el
      apego como el resentimiento, la tensión excesiva y nociva, los autoengaños que impiden llegar a conocerse y apuntalan el neurótico
      egocentrismo

? cultivar hábitos positivos (internos y externos) y luchar contra el mimetismo

? no sentirse inferior ni superior; ni más importante ni menos que los demás. No caer en la autoimportancia que nos hace tan
      vulnerables. Asumirse a sí mismo como un ser en evolución, sabiendo que no hay ley más importante que la del amor, que la
      voluntad de ser es superior a la de tener o poder. Reconocer las propias miserias, pero ir tratando de superar el pensamiento
      y las emociones de ofuscación, malevolencia y odio.

? cultivar el desapego y la generosidad, no demandar una consideración neurótica y no caer en dependencias limitadoras

? no apegarse a juicios, prejuicios y opiniones; evitar estrechos puntos de vista y dogmatismos, aprender de todos, aprender incluso
     de uno mismo

? valorar por encima de todo la paz interior y la tranquilidad de la mente, para que el sosiego conquistado se pueda compartir con los

      demás.

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