martes, 8 de julio de 2014

MARIN




Cuando puedes imponer un argumento, cuando sientes que ganas al lograr que tu postura triunfe, suponiendo que eso sea posible, ¿qué es lo que realmente has ganado?

Si puedes demostrar que tienes razón y que la otra persona estaba equivocada, ¿qué has ganado, cuánto valor has creado?

Demostrar ante alguien que eras tú quien tenía razón no aporta nada ni a ti... ni a la otra persona.

Lo que suele hacer es generar tensión en la relación. Con-vencer siempre deja a alguien vencido.

Cuando puedes dejar de lado tu apego a estar en lo cierto, te abres a la posibilidad de perseguir cuestiones más productivas, más creativas, generadoras de valor.

Tan sólo imagina... la liberación que sentirás cuando ya no tengas que ocuparte de demostrar que tienes razón.

Claro que contar con la admiración y el respeto de los demás es maravilloso.

Y la manera más segura de obtenerlos es dejando de preocuparte por demostrar que estás en lo cierto.

Pon tu energía y tu creatividad a trabajar en escuchar y comprender, en lugar de concentrarlas en descubrir argumentos ganadores.

Es eso lo que, en definitiva, generará el mayor valor posible para todos los involucrados. Deja que la vida ponga las cosas en su lugar.

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