Adaptarse requiere cierta habilidad... ¡qué digo cierta!, requiere a veces mucha habilidad, incluso todo el potencial de habilidades sociales.
Adaptarse a lo que hay es positivizar cada situación, fluir dentro de ella sin pelearte, sin rebelarte, sin enfadarte.
Adaptarse a no tener trabajo es duro, a no tener dinero es angustioso. Podría hacer una lista larguísima de todas las situaciones a las que tenemos que adaptarnos, incluidos nuestros propios cambios personales.
Adaptarse es una herramienta maravillosa que tenemos todos, a veces poco utilizada. Yo le llamo "ponerse blando", hacerte una bola y dejar que el temporal pase, que las cosas mejoren, porque siempre hay un mañana, hay posibilidades de cambio, hay futuro..
Cuánta más capacidad tengamos de adaptación más felices seremos... menos resistencias pondremos a cada situación de la vida, a esas nueces de ésta mañana que en tantas ocasiones traen consigo una nueva oportunidad de adaptación. Las experiencias buenas y malas son oportunidades de crecer, de encajar lo que hay, como éste gato que ha encontrado una posición cómoda fuera de su habitat.
¡Y nosotros estamos mucho mejor hechos que los gatos!
Adaptarse también a no ser los únicos, a que no nos quieran en exclusividad, a que no nos tengan en exceso en cuenta, a que las cosas no salgan como esperamos.
Adaptarse a los cambios que uno mismo siente en su interior significa ser valiente, es poder mirarlos de frente.
Adaptarse al dolor de una ruptura, de una pérdida, permitir que los sentimientos afloren, saber SENTIR, aceptar como me siento sin buscar justificaciones, sin resistirme.
Adaptarse a nuevos amigos, a nuevos espacios, a nuevas culturas, nos abre un montón de posibilidades.
ADAPTARSE... ¡qué gran herramienta!
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