domingo, 29 de diciembre de 2013

LA OSTRA Y LA PERLA




LA OSTRA Y LA PERLA

Las perlas son el resultado del crecimiento provocado por la presencia en el interior de la concha de los moluscos de una partícula de material ajeno (grano de arena). Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas, por ello están asociadas a las lágrimas, existiendo la creencia que las perlas dan mala suerte si van engarzadas, no así si están solas.

Las perlas son producto del dolor, es el resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable al interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar, cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se va formando una hermosa perla. Una ostra que no haya sido herida de algún modo, no puede producir perlas.

Porque la perla es una herida cicatrizada.

¿Te has sentido lastimado por palabras hirientes?

¿Has sido acusado de haber dicho cosas que nunca dijiste?

¿Tus ideas fueron rechazadas o mal interpretadas? ¿O quizás fueron tomadas por alguien para presentarlas como propias?

¿Has sufrido golpes de los que adquieren ideas preconcebidas indebidamente?

¿Has sido objeto de la indiferencia?

Entonces… ¡produce una perla!

Cubre cada una de tus heridas con varias capas de amor

Muchas personas sólo aprenden a cultivar resentimientos, dejando sus heridas abiertas, alimentándose con sentimientos pobres, los cuales impiden que las lesiones cicatricen.

En la vida real vemos muchas “ostras vacías”, no porque no hayan sido heridas sino porque no han cubierto con capas de nácar la substancia extraña, no han sabido perdonar, comprender y transformar el dolor en amor.

¿Tienes muchas perlas en tu corazón?

Vale la pena enfrentarse a las heridas. No seas vencido por el mal, rinde al enemigo con el bien. Dijo Einsten: El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad.

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