viernes, 8 de noviembre de 2013




El dolor puede cesar. Te hiciste, o te hicieron algunas heridas. Y esas heridas pueden desaparecer. Porque tu felicidad estuvo antes que tu desdicha. Sólo debes regresar a tu estado original. Porque TÚ existías antes de que nada te pasara. Tú existías antes de que nada te dañara. Y estabas unido a Dios…y eras feliz.

Tal vez hace mucho que olvidaste el Reino del que partiste. Tal vez hace mucho que te acostumbraste a una vida de sufrimiento. Tal vez creas que la felicidad y el amor tardarán en llegar a tu vida.

Recuerda algo amigo, recuerda algo amiga: La dicha del reencuentro.

A veces nos alejamos sólo para volver y descubrir con asombro la belleza del lugar del que partimos. A veces nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestra verdadera naturaleza, sólo para poder recordarnos después y comprobar que somos perfectos, que estamos unidos a Dios, de quien nace toda felicidad y todo amor…y que está bien estar unidos.

Y puede que ahora tengas mucha habilidad en eso de sufrir.

Parece que nuestras relaciones nos lastiman.

Parece que nuestra economía nos lastima.

Parece que nuestros pensamientos y emociones nos lastiman.

Parece que sufrimos en nuestro camino espiritual porque pronto vamos a ganar la felicidad a cambio de mucho sufrimiento sin sentido; lo que tiene tanta lógica como pensar que vamos a acumular una gran fortuna mientras derrochamos el dinero.

Por favor, por compasión, a todos aquellos que sufren en su camino espiritual: deténganse. Porque lo que te hiere a ti, mi hiere a mí. La medicina debe ayudarnos a sanar. La medicina no debe ayudarnos a enfermar. Dios es Dicha y es Amor. Podemos participar de su banquete. Y al relacionarnos con Él-Ella recordaremos que Nos ama y Le recordaremos algo fundamental: también Le amamos.

Y si te he lastimado perdóname.

Y si me has lastimado, ayúdame a perdonarte.

Sé que duele cuando alguien nos hiere, o lastima las heridas que ya tenemos. Porque a veces nos culpamos por cosas que “no” nos hicimos el uno al otro. Porque ante la presencia del dolor nos cegamos y queremos culpar, reprochar y lastimar.

Lo siento. Por favor espera.

El toque también puede ser una caricia.

El toque también nos puede sanar.

Por favor, acepta este bálsamo.

Porque cuando el Amor nos toca…cuando permitimos que nos toque el Amor que está siempre presente: podemos sorprendernos al comprobar que el veneno se transformó en medicina, y el dolor en gozo. Que cuando nos atrevemos a superar esa franja divisoria llamada “miedo” comprobamos que nos toca la luz…que nos toca la dulzura…que nos toca Dios.

Dios sufre los golpes que te propinas. Por amor a todos nosotros: tratate bien.

Es cierto que debes dejar los placeres que te traen desdicha después, y aquellos que hacen sufrir a los demás.

Pero hay gozos legítimos. La parte sensible que Dios nos regaló sirve para expandir nuestra sabiduría. Es la que nos permite comprobar en dónde encontrarlo a Él, en dónde encontrarnos a nosotros, en dónde encontrar la felicidad. Porque las palabras pueden ser usadas para mentir, y la mente creerá esas mentiras; pero el gozo o el sufrimiento derivados de lo que hacemos no nos mentirán. Nunca.

El Maestro Jesús nos lo enseñó: el Sagrado Corazón. No la sagrada cabeza.

Por Amor, atendamos los mensajes del corazón. Hagamos aquello que hace cantar el corazón del mundo. Evitemos que nuestro Espíritu derrame lágrimas que se pueden evitar.

Tu canto es escuchado por mis oídos, y me deleito en él; pero tu llanto lastima mi corazón. Por favor, por amor a todos nosotros: tratate bien. Tal vez al ver tu gozo decidamos volver nuestro rostro a Dios.

No sufras si por ahora lloras: sabe que terminará. Porque todo fuego termina al consumirse la leña, y lo que no se alimenta languidece.

Reconoce el enorme regalo de descubrir una herida: puedes sanarla.

¿Porqué evitar mirar nuestras heridas cuando podemos sanarlas?

Vale más la salud que un paliativo.

Vale más la Verdad que la mentira.

Si algo nos duele tenemos la maravillosa oportunidad de aliviarlo: así sanamos nuestra alma. Si algo nos duele y lo negamos tontamente: se infecta.

Ah!...pero cuando lo tocamos con Amor…cuando permitimos que el Amor nos toque haciendo a un lado la mentira y el miedo que cubre nuestras heridas…entonces todo se sana y se vuelve maravilloso; no importa si en el proceso salió un poco de pus. Perdónate cuando alguna de tus reacciones sea más exagerada de lo que te hubiera gustado. Por favor, perdona a los demás cuando hagan lo mismo.

No pensamos bien cuando algo nos duele. Y nunca sabemos dónde tienen los demás sus heridas, así como los demás no saben dónde tenemos las nuestras.

¿Cómo podemos aliviar nuestro dolor y el de los demás? Lo has sabido siempre: toca todo lo que puedas con Amor. Y ahí donde más duele, más Amor debe tocar. Este el bálsamo maravilloso que nos sana: El Amor que nos baña completamente aunque a veces nos neguemos a sentirlo…y el Amor que brota de nosotros, aunque a veces nos neguemos a mostrarlo.

El amor es tan sabio que si no lo mostramos dolerá, sólo para que le permitamos salir.

Así que, el dolor, propiamente dicho no existe. Es sólo la energía del Amor esperando que la recuerdes, deseando que la manifiestes…deseando que TÚ te recuerdes, deseando que TÚ te manifiestes.

Tu dolor puede cesar.

Por favor, acepta este bálsamo.

Y ofrécemelo cuando lo necesite.

El Amor que tenemos. El Amor que somos.



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