El guerrero espiritual emprende la conquista de uno mismo. Sabe que más importante que la conquista de mil guerreros en mil batallas es la conquista de uno mismo. Pone todas sus energías al servicio de la consciencia para ampliarla, acrecentarla, elevarla. El arte de la guerra espiritual se pierde en la noche de los tiempos. El guerrero espiritual es aquel que realiza con presteza y diligencia un trabajo sobre sí mismo a fin de relacionarse cuerdamente con la realidad visible, penetrarla y hallar la más alta inspiración en la realidad invisible; aquel que se rebela contra sus condicionamiento y aspira a lo Acondicionado, lo inmensurable, aprovechando cualquier situación, circunstancia o momento para estimular sus potenciales internos y cultivar su semilla de iluminación, instrumentando incluso lo aparentemente negativo y adverso para autodesarrollarse; aquel que, consciente de que la muerte siempre está cerca y siempre la muerte es hoy, no se extravía en la negligencia y, paciente y perseverante, concede todo su peso específico a cada segundo de vida para ponerlo al servicio de la búsqueda interior y la realización. Es siempre aspirante a formar parte de la corriente de consciencia despierta.
El arte de la guerra espiritual ha florecido en todas las épocas y latitudes. Tiene más de cinco mil años de historia y la primera tradición del guerrero espiritual apareció en la India. Desde hace más de cinco milenios, desde antes de los Vedas, el guerrero espiritual de la India ponía las condiciones y los métodos para acrecentar la consciencia, ampliar la comprensión, desarrollar la semilla de iluminación y procurarle el significado más alto a la existencia.
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